martes, 27 de octubre de 2009

ESPERO QUE LO COMPARTAS


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Señor, es demasiado pesada, por
favor déjame cortarla un poquito
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Señor, por favor, córtala un poquito
más y podré cargarla mejor

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Señor, muchas gracias…
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Usa esto como puente y cruza por encima
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Ahhh, es demasiado corta y no
puedo cruzar…

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Sólo hay una salida para los sufrimientos…pasando por ellos,
Dios nunca te dará más de lo que puedes cargar.
Así que carga tu cruz y regocíjate en el premio.

Aprendamos a cargar nuestra cruz sin renegar y sólo pidamos
al Señor fuerza y fortaleza
para salir adelante y salir triunfadores.

Cualquiera sea tu cruz,
Cualquiera sea tu dolor,
siempre habrá un resplandor , un atardecer,
después de la lluvia
…..

Quizás puedas tropezar,
quizás hasta caer…..
Pero Dios siempre está listo
a responder a tu llamada
……

Dios siempre enviará un arco iris
después de la lluvia.



Envia esto a todos tus conocidos y haz presente a Dios
en todos tus amigos
DIOS TE BENDIGA....

Una Mujer Pequeña Con Una Fe Grande









Dick Hillis y su esposa Margaret se vieron atrapados en China durante

la invasión japonesa de la Segunda Guerra Mundial.

El matrimonio vivía con sus dos hijos pequeños en el pueblo de Shenkiu.

En el pueblo reinaba la tensión, porque todos los

días llegaban informes del avance japonés. En el momento

menos oportuno, Dick tuvo un ataque de apendicitis.

Sabía que su vida dependía de que emprendiera un largo viaje

al hospital. El 15 de enero de 1941, con un mal presentimiento,

Margaret lo vio partir.

Al poco tiempo, llegó el coronel chino con noticias; el enemigo

estaba cerca y se aconsejaba a los habitantes del pueblo evacuarlo.

Margaret tembló al oírlo, porque sabía que Johnny -

de año y medio- y Margaret Anne -de dos meses-

no sobrevivirían como refugiados. Así pues, decidió quedarse.

Por la mañana temprano, arrancó la hoja del día anterior

en el calendario de pared, y leyó el versículo bíblico para

ese día. Era Salmo 56:3 En el día que temo, yo en Ti confío.

El pueblo quedó vacío durante el día. A la mañana siguiente,

Margaret se levantó sintiéndose abandonada. El versículo

del calendario para ese día era Salmo 9:10 En Ti

confiarán los que conocen Tu nombre, por cuanto Tú, oh Señor,

no desamparaste a los que te buscaron.

A la mañana siguiente se levantó preocupada. No sabía que

daría de comer a sus hijos. En la distancia se oían disparos.

El versículo del calendario era Génesis 50:21 Yo os

sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. De improviso, a

pareció una anciana con un caldero de humeante leche

de cabra, y otra persona llegó con una canasta de huevos.

Durante el día empezó a intensificarse el fragor de la guerra.

Y por la noche, Margaret rogó por liberación.

A la mañana siguiente, al arrancar del calendario la hoja

correspondiente al día anterior, vio que la nueva tenía Salmo 56:9

Serán luego vueltos atrás mis enemigos, el día en que yo clamare.

La batalla se cernía cada vez más cerca. Margaret no se acostó

aquella noche. La invasión parecía inminente. Pero a la mañana

siguiente reinaba el silencio. De pronto, los habitantes de la aldea

empezaron a volver a sus casas, y el coronel tocó a la puerta.

Le informó que, por motivos desconocidos, los japoneses

habían retirado sus tropas. Nadie podía comprenderlo,

pero el peligro había pasado. Estaban a salvo.

Margaret volvió la vista hacia el calendario de la pared,

y comprendió que había estado leyendo mensajes de

puño y letra de Dios. Él había estado con ellos todos los días.

La fe de Margaret en el Señor pudo más que su temor al enemigo.

Y Dios no la defraudó.

Si lo pensamos bien, ¿qué es una casualidad? ¿podría ser obra de
Dios? La fe, desde luego, diría que si.-

miércoles, 21 de octubre de 2009






Si todas nuestras palabras son amables, los ecos

que escucharemos también lo serán.

¡La manera en que nos comportamos con los

demás demuestra cuánto creemos en Dios!

  • Una palabra irresponsable: puede encender discordias.
  • Una palabra cruel: puede arruinar una vida.
  • Una palabra de resentimiento: puede causar odio.
  • Una palabra brutal: puede herir o matar.
  • Una palabra amable: puede suavizar las cosas.
  • Una palabra alegre: puede iluminar el día.
  • Una palabra oportuna: puede aliviar la carga.
  • Una palabra de amor: puede curar y dar felicidad.

¡Las palabras son cosas vivas! ¡Bendicen o maldicen, Alientan

o abaten, Salvan o condenan!

Mateo 12:36-37
Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los

hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por

tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado.