miércoles, 10 de diciembre de 2008

¡AUXILIO!!! mi hija se me va de las manos....

Hace unos días recibí a una niñita

de cinco años de edad que fue referida a mi consulta por supuestos

problemas de conducta.

Quizás su reacción se parezca a la mía. Rápidamente empecé a sacar

conclusiones. ¿Cómo problemas de conducta con solo cinco años?

¿Qué será lo que esperan en el preescolar? ¿Cómo una pequeñita de

tan solo cinco años genera la sensación textual de maestras y padres

de “se nos salió de las manos”?

Mi primera cita fue con los padres. Quería conocer el entorno en el

que crecía la niña. Conversé también con las maestras.

Ambas versiones coincidían. Hasta ese momento no había visto a la niña.

Debo confesar que la idea de llegar a ese momento ya me generaba

angustia. La referencia de ambas partes y de varios especialistas que

habían visto a la pequeña eran simple y sencillamente aterrorizantes.

Llegó el momento. Cuando abrí la puerta, entró como un remolino una

pequeñita de pelo lacio y muy negro, con unos ojos chispeantes, de

contextura muy delgada y super conversona…. ¡si la hubieran visto! ….

Inmediatamente me pidió que jugáramos. Fuimos a la sala de juego,

inspeccionó todos los juguetes. Trató de jugar un poco con todos.

Conversó sobre una y otra cosa. Hizo lo que ella deseaba hacer y le dio

tiempo de hacer lo que yo le solicité que hiciera. En los momentos en

los que tuve que intervenir para señalar algún límite, los acató sin

mayor cuestionamiento. Me dije a mi misma que podía ser cuestión de

suerte; quizás en la segunda cita vería lo que sus maestras y sus padres

me habían comentado.
Pasaron dos, tres, cuatro, cinco sesiones. Llegué inclusive a provocarla

para ver como reaccionaba ante la presión o ante la inconsistencia….

Nada pasó.
Pensaba en cada uno de las sesiones que estuvo conmigo ¿qué pasó?

¿Por qué no aparecía el pequeño “monstruo” que me habían pronosticado?

Analicé el encuadre del espacio y encontré algunas particularidades:

desde el inicio encuadré el espacio al que llegaba la niña.

Fui clara con los límites, pero también fui afectiva.

No entré en conflicto en ningún momento con ella, cuando insistía

en que le diera algo, solo le pedí que ella misma recordara el encuadre….

- ¿Cuándo habíamos dicho que podías tomar un dulce?-

Ella respondía atinadamente – al final, antes de irme-

Aún faltan algunos minutos, ¿crees que puedas esperar? -

– Si. De nuevo me enfocaba en retomar el juego o la actividad

. Al final de la sesión no solo le indicaba que ya podía tomar el dulce;

sino que también la felicitaba por todo lo bueno que había logrado

durante el tiempo de trabajo.

Me encontré con una pequeña que reunía características de

“niña talento”: su vocabulario era muy avanzado para su edad,

era enérgica, dinámica, tenía una edad maduracional visomotora

superior a su edad cronológica, respondía con facilidad y de forma

muy acertada a situaciones ficticias que requerían soluciones de

tipo psicosocial. Su memoria auditiva era extraordinaria.

Por otra parte, me encontré con unos padres que habían caído en el

error de etiquetar a su hija como una niña problema. Esto les impedía

ver el potencial que tenía su pequeña. Reaccionaron asombrados

cuando les comentaba sobre las capacidades que estaba recién

descubriendo… ellos también las estaban descubriendo….

Entre sus justificaciones sobresalieron expresiones como que

pensaban que ella hacía las cosas para molestarlos, o que

reaccionaban de tal o cual manera porque estaban cansados de

recibir quejas del preescolar. En las reuniones familiares, ella

siempre resultaba ser el centro de atención, todo mundo tenía que

estarla corrigiendo y regañando. Las festividades se convertían en

una tortura anticipada; comentarios iban y venían, todos querían

ponerle “límites” y probar cuan efectivos eran sus métodos de disciplina …

Ya ellos estaban también indispuestos con la pequeña.

Poco a poco empezamos a trabajar en cambiar su pensamiento.

Los padres tenían que empezar por formatear sus prejuicios de

“niña problema” y cambiarlos por la nueva conceptualización

de niña talentosa.

Tuvimos que enfocarnos en trabajar también en su relación

de pareja y en cómo ejercían ellos la maternidad y la paternidad.

Resultó que ambos empezaron a reconocer que ellos como padres

obtenían algunas ganancias de la conducta de la niña y que el

problema de que “ella se les escapará de las manos” era el reflejo

del mal manejo que ellos hacían en la puesta de límites.

De alguna manera encontraban la manera de sabotearse el uno al

otro mediante la niña: Ella eventualmente le había dicho a su esposo

antes de salir de la casa y de dejarlo solo con la pequeña

“¡Ahora sí vas a ver lo que yo sufro a diario, ojalá se porte bien

mal para que veas lo que es bueno!. El por su parte una que otra

vez le había echado en cara a ella que la niña se descontrolaba

por la presencia de la madre o por sus ataques de histeria….

Tristemente, ésta pequeña se había convertido en el arma de

ataque de sus padres. Ellos empezaron a abandonar esta forma de ataque.

Si vieran lo bonito que resulta trabajar con familias comprometidas

con el cambio. Ellos han experimentado grandes avances.

La conducta sintomática de la niña ha bajado considerablemente.

Los padres han podido aprovechar sus talentos y la han incluido

en varios programas de estimulación. Su conducta se ha modificado

no solo en la casa, sino también en la escuela y en las reuniones

familiares. Estos padres han practicado la asertividad y la tolerancia,

pero sobre todo connotan positivamente los aciertos de su pequeña,

por lo que también han disminuido las intervenciones de sus familias.

Ahora están trabajando en anticipar las crisis; saben que situaciones

la alteran y las evitan.

A veces, en el papel de padres y madres se pueden llegar a

experimentar los más intensos sentimientos de frustración e impotencia.

Usted como padre o madre puede sentir que tiene batallas perdidas

con sus hijos, o como ésta familia, sentir que sus hijos se le escapan

de las manos. Déjeme decirle que su hijo(a) no generó un síntoma

de forma gratuita o por suerte…. Hay algo que pudiera estar

detonando la conducta sintomática de él o ella. Deténgase a

pensar. No le juzgue, ni le cargue de sentimientos de culpa.

Evite estereotiparle, póngase de su parte, investigue, piense, analice

….. pida la sabiduría y la guianza de Dios y El le mostrará el camino,

pero …. Hace falta que usted se decida a recorrerlo….
¡Hasta entonces!
Licda. Tatiana Carrillo Gamboa.
Psicóloga-Psicopedagoga

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